¿Liderazgo Femenino o Liderazgo EN Femenino?

Ésta es una pregunta que surge tras muchas conversaciones y después de leer numerosos artículos y publicaciones acerca del tema. En los últimos años ha habido una creciente tendencia a poner sobre la mesa la importancia de un liderazgo femenino.

Confieso que nunca me ha convencido este término, y es precisamente porque la mayoría de las veces da lugar a confusión y en demasiadas ocasiones lo encuentro asociado a “mujeres que lideran” o “liderazgo para mujeres”, reduciéndolo a una categoría especial, casi de nicho.

Existen hoy en el mercado numerosos programas que se focalizan en esta idea porque el empoderamiento femenino está de moda y, lo que está de moda vende. El problema de este supuesto liderazgo “de mujeres” es que convierte nuevamente en una guerra de sexos algo que no tiene nada que ver con el género. Nos divide entre hombres que lideran y mujeres que lideran, cuando se trata de seres humanos que lideran en entornos cada vez más diversos.

Liderazgo en femenino

Para comprender que es el liderazgo en femenino (mal llamado liderazgo femenino) es importante entender las características, cualidades y temáticas que históricamente se asocian a lo masculino y/o a lo femenino. La elección de términos puede variar según la tradición o perspectiva cultural, pero en todas se define esta dualidad de manera análoga:

Lo masculino

Asociado a la acción, la racionalidad, la verticalidad, el valor, la fuerza, la decisión, la capacidad de poner límites, la perseverancia, lo práctico, el poder personal, la toma de decisiones, etc.

Lo femenino

Asociado con la presencia, la sensibilidad, la emocionalidad, la horizontalidad, los afectos, la intuición, la comprensión, la generosidad, la colaboración, la atracción, la adaptabilidad, etc.

Liderar en femenino, describiría un enfoque de liderazgo que se asocia con las cualidades y características consideradas clásicamente femeninas. Este enfoque de liderazgo pone énfasis en la empatía, la colaboración, la comunicación efectiva, la inclusión y la valoración de la diversidad de perspectivas y se diferencia de los estilos de liderazgo más tradicionales, donde por lo general predomina el enfoque a la acción, y suelen ser más jerárquicos, autoritarios o centrados en el poder, características asociadas al masculino y que, por exceso, han provocado desequilibrios en las organizaciones y situaciones de antinaturalidad.

Por tanto, y este es el punto clave, el liderazgo en femenino no está limitado a las mujeres; se trata de un enfoque de liderazgo y los hombres también pueden adoptarlo.

La idea principal es que un líder, independientemente de su género, puede incorporar cualidades y valores considerados «femeninos» para crear un entorno de trabajo más inclusivo y efectivo. Este estilo de liderazgo a menudo se asocia con la promoción de la igualdad de género y la creación de espacios donde todas las voces sean escuchadas y valoradas.

Es quizá la elección del término lo que confunde y despista dado que históricamente cuando algo se ha tildado de “femenino” se ha asociado a “sólo para mujeres” y se ha conformado como una categoría especial (y generalmente con percepción de menor valor) dentro de numerosos ámbitos y/o disciplinas.

Quizá simplemente sea un tema de nomenclatura y estemos hablando de lo que a mí me gusta llamar Liderazgo Consciente, un liderazgo donde elegir intencionadamente cualidades y talentos de ambas polaridades y adaptarlas a cada circunstancia. Un liderazgo más horizontal, humanista, sostenible y orgánico, que integre las fortalezas del liderazgo en femenino y del liderazgo tradicional (o en masculino), para crear los líderes que necesitamos en las organizaciones de nuestro tiempo, con el objetivo de fomentar entornos de trabajo y comunidades más equitativos y receptivos.

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