En nuestro mundo de desarrollo personal y coaching se crean oportunidades únicas de compartir experiencias con personas que sintonizan en el mismo canal que uno, que vibran en la misma frecuencia. Son momentos especiales en los que uno se siente parte de una comunidad mayor y acompañado en la forma de ver el mundo, de interpretarlo y sentirlo.
Recientemente asistí a un entrenamiento práctico de 3 días intensivos en Barcelona, que consistía en experimentar un nuevo concepto de liderazgo, una nueva perspectiva a tan manido concepto.
Mi intención primera era empaparme de más herramientas con las que poder aportar un mayor valor a mis clientes ejecutivos. En INTIVA vivimos en la curiosidad continua de aquello que pueda enriquecer aún más lo que ofrecemos a nuestros directivos, por lo que todos nos esforzamos por mantenernos arriba de la ola de las últimas tendencias.
Y más que nuevos conocimientos, lo que me llevé de esa formación fue un increíble recordatorio.
La formación se impartía bajo un modelo y metodología muy potente que es el Co-activo (Co-active Coaching- Kimsey-House), con el que me formé y certifiqué como coach y que hoy en España es difundida con gran compromiso por Green-Light Go!
Hace 12 años que me certifiqué y la re-conexión con los principios del modelo y con las formas de impartirlo, me trajo el vívido recuerdo de cómo descubrí mi propósito de vida y cómo decidí transformar todas mis ataduras en libertad.
Es muy emocionante darse cuenta de que creer en algo con fuerza y convicción, hace que ese algo entre a formar parte de tu vida de manera ineludible.
Todo es posible cuando sentimos esa seguridad de que hemos de luchar por el sueño, entonces los miedos pueden ser transformados en cauta compañía y dejar de ser frenos, y uno avanza y de pronto, mira atrás y es consciente de que lleva años viviendo en plenitud y una sensación estupenda de orgullo le recorre por dentro.
Y eso me pasó a las pocas horas de iniciar ese entrenamiento. Estaba rodeada de coaches expertos, de personas con muy diversas experiencias de vida, pero con la vivencia común de haber entendido que, ayudar a otros seres humanos a trabajar en sí mismos y en su evolución, acompañándoles en el viaje hacia sus anhelos, era a lo que queríamos dedicar nuestras vidas.
Esa sintonía entre nosotros, resultó uno de los primeros regalos que me trajeron esas jornadas. Nos miramos con la mirada generosa de quien reconoce en el otro la sabiduría, la pasión, la coherencia, la determinación, y no desde las gafas competitivas de quien convive con su competencia directa. ¡En que pocas ocasiones he visto esto en el mundo empresarial y laboral! y aún menos, la generosidad desde la que interactuaba el grupo esos días.
Desde esa mirada generosa, me llegaron también la admiración y el reconocimiento de quienes vieron en mí dones que ni yo misma recordaba tener, y me llamó enormemente la atención cuánto me impresionaba sentirme vista desde ese lugar tan hermoso y, sin embargo, tan poco transitado por mí.
Eso me recordó la fuerza que se imprime en todo cuanto hacemos cuando uno se siente conectado y alineado con su propósito de vida, es justo ahí cuando más hermoso resulta uno a los ojos ajenos, porque muestra autenticidad, porque es percibido tal cual es, sólido, seguro, genuino y al servicio del otro.
El líder interior
Soy muy honesta si digo que me abrumó sentirme vista así, y recibir el reconocimiento de gente tan completa, sentí un enorme agradecimiento y a la vez me revolvió, pues me hizo cuestionarme mi propia miopía en esa visión de mí misma y de las riquezas que aporto al mundo. Lo que aquí denominaron el líder interior.
Durante tres días hablamos del liderazgo desde la perspectiva coactiva que afirma que todos somos líderes y que hemos de decidir en cada momento, de manera consciente y comprometida, cómo queremos vivir ese liderazgo.
Cada uno decidimos dónde situarnos como líderes dependiendo de lo que la circunstancia y los otros requieran de nosotros en ese momento, puesto que nuestro liderazgo está al servicio del otro.
Lideramos eligiendo hacerlo y siendo conscientes de que, en ocasiones, nuestras reacciones automatizadas nos previenen de estar verdaderamente centrados en el para qué lidero, y evitan además que nuestras fortalezas y sabiduría puedan brotar plenamente. Sólo esa consciencia de cómo estoy siendo como líder me permite recalibrarme y poder recuperarme para volver a ofrecer mi 100%. Por ello, cualquier liderazgo pasa por conocer, escuchar y cuidar a nuestro líder interior.